domingo, enero 04, 2004

Epopeya estival-estío-boreal

Despegue
El fin de año nos sorprende con la estructura herrumbrada, corroída, dispersa. Avanzamos arrastrando nuestros miembros anquilosados, con pasos cortos, sólo interrumpidos por el andar desordenado y ajeno. La mente vacila, parece dudar, sin embargo se concentra en la búsqueda. El olor a gasoil advierte a nuestros sentidos que estamos cerca. Finalmente encontramos a la deidad motorizada que nos llevará de vuelta al paraíso perdido.

El tiempo de descanso, no evita las colas interminables de la partida, ni siquiera el malhumor y las corridas nos dan respiro, evidenciando el costo del último peaje a la tranquilidad. Subimos junto a las masas carnosas, transpiradas de otros fugitivos. Somos engullidos por voluntad, aplastados por una espesa nube de calor, soportada sólo por la promesa de un futuro y artificial aire frío. El colectivo es viejo y los efectos en el costillar no se hacen esperar; certeros, ladinos, dolorosos.

Alunizaje
La llegada repite algunos rituales. Otear alrededor buscando una cara amiga, retirar el equipaje, esquivar bultos, personas y animales, para finalmente deslizarnos hacia el paraíso soñado. Una cabaña de troncos en Cerro Blanco (Córdoba). Paisaje perfecto de postal, montañas, río, animales y silencio..."Me deleita la rosada y suave luz del alba, su frescura, el canto matutino de las aves; del sol recién nacido la belleza, cuando su luz a ríos derramada, se abre entre la espesura del bosque más obscurso, ancho camino, los montes y los valles alegrando, y coloreando las flores y las frutas; no menos el rocío me recrea, cuando en lluvia del Cielo descendiendo, hermosea con sus trémulas gotas, y refresca las hierbas, esparciendo en el campo un delicioso aroma; también me gusta, al fin de un día hermoso, la tarde, que, apacible, sucediendo a sus vivos fulgores, nos convida a una distracción dulce y al reposo; del tierno ruiseñor la repetida canción, que siempre nueva me parece en medio de la callada noche..."
John Milton "El paraíso perdido" 1669



Contamos con la asistencia de León, nuestro perro de verano. Fiel lazarillo, nos guió con maestría por los recónditos recovecos del río Yuspe.



Había gran variedad de flores y árboles, sin embargo, lo que más nos llamó la atención, fueron unos cactus que crecían en todas partes coronados por flores blancas o naranjas



Toda clase de pájaros aleteaban sobre nuestras cabezas. Los cuises nos visitaban por las tardes y los sapos gordos por las noches. Caballos y burros pastaban en diferentes zonas de la montaña.



De regreso
Siempre es un placer volver a reencontrarnos con las huellas que dejamos. Buenos Aires está llena de marcas, de olores, de personas a las cuales adoro volver. "Cuando volví a mi casa, sobre el abismo de los cinco sentidos, allá donde una doble llanura se desploma el presente mundo, vi un poderoso demonio envuelto en nubes negras, aleteando en las paredes de las rocas; con llamas corrosivas escribió la sentencia siguiente, comprendida por el cerebro de los hombres y leída por ellos en la tierra:

No comprendes que cada pájaro que hiende el camino del aire
es un mundo inmenso de delicias cerrado para tus cinco sentidos?"

William Blake "Matrimonio del cielo y del infierno" 1793

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