viernes, noviembre 21, 2003

En ocasiones, los micromundos particulares se expanden y contraen arbitrariamente. La caminata situacionista es reemplazada por un andar regulado, medido, cauto; con la precisión de aquel que juega al billar, con cáscaras vacías de huevos de pato. El comentario espontáneo da lugar al saludo obligado, al compromiso del que llena un hueco de expectativa ajena. La comida pierde su tonalidad, el sabor se empasta en la boca y una arcada de mixturas empuja sobre la mesa un arcoiris de colores, exponiendo la miserable situación a la vista de otros. La mirada ajena se vuelve punzante, certera, engulle como una víbora de la cruz a un sapo. Y la estupidez se vuelve obvia. Y la palabra se disuelve, mientras las vocales brlns mrn dsd l cstd y s abrzn felcs.



Red blood cells

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